Wednesday, August 02, 2006

Vencidos

El poder de la democracia es, indudablemente, un volado.
Quienes ganas no les gusta ver la posibilidad de que el resultado pueda volverse adverso por presiones políticas de quien resultó vencido.
Quien perdió, buscará los medios legales y no legales de hacerse notar al grado de organizar movilizaciones en todo el país con la pretensión de lograr el triunfo a su favor, aún y cuando en las urnas, parte de la sociedad con credencial a votar disponga lo contrario.
El reflejo de esta situación es que la democracia en el país es incipiente, estamos en un proceso de aprendizaje que puede resultar penoso para quienes ven a las fuerzas políticas desgastadas, con la ambición del poder por el poder, tanto vencedores como vencidos.
Aquí vale la pena indicar si el ganador, Felipe Álvarez Calderón tiene la plena confianza de ser el triunfador del proceso electoral del 2 de julio pasado, ¿a qué le tiene miedo de contar voto por voto?
En el sentido contrario, si Andrés Manuel López Obrador tiene la certeza de que ser el ganador, ¿por qué carece de elementos legales contundentes que lo demuestres?
Ambas preguntas están ahí planteadas desde el 2 de julio sin que nadie les de respuesta, los especialistas en informática se desviven en busca de algoritmos matemáticos con los que fue manipulado el sistema del conteo rápido y posteriormente el de la revisión de actas de escrutinio.
Esto sugiere que el gobierno Federal al verse imposibilitado de organizar un gran fraude electoral, analizó todas las posibilidades para garantizar el triunfo del candidato panista y que el escaso margen no dejara dudas de sobre la alteración de los resultados.
Bajo esta luz, el Instituto Federal Electoral aceptó en contra de toda ley, las reglas impuestas por el gobierno Federal y orquestó el presunto fraude electoral.
Se debe aceptar que las gráficas del proceso son extrañas, carecen de picos donde un candidato se rebase el uno al otro y luego se inviertan, como las carreras de automóviles, donde nunca el vencedor va siempre a la cabeza o el perdedor a la zaga.
Quienes saben de esto, sugieren que la tendencia fue consecuencia del modo en que fueron contabilizados los votos, etiquetando al sur de este territorio conocido como México en perredista y el norte panista.
Ahora bien, contrario a lo supuesto de que un escaso margen sirviera como una baja o nula posibilidad de fraude, resultó lo contrario, la excusa ideal para demostrar la inexistencia de una nación democrática, de un país donde a los gobiernos les gusta perpetuarse.
Claro, la historia nos obliga a pensar esto, 70 años de priismo no quedan en el olvido con tanta facilidad.
Pero realmente ¿existen los elementos consistentes que den fe de este fraude electoral electrónico? ¿En verdad la sociedad que acudió a las urnas permitió y permite un nuevo engaño?
López Obrador podrá o no tener razón en sus planteamientos y acusaciones, además de contar con todo el derecho legal de interponer las impugnaciones correspondientes al proceso electoral.
Tiene exactamente el mismo derecho que tienen los millones de mexicanos que habitan en el Distrito Federal de caminar libremente por sus calles, de llegar temprano a sus trabajos.
No es posible que la ciudad de México, avenidas y calles donde están las juntas distritales del IFE en todo el país sean bloquedas con campamentos que sólo sirven para entorpecer la vida de toda una nación.
Pero realmente a quien podemos culpar de todo esto, a unos "líderes" políticos en su lucha "democrática" por llegar al poder.
A una nación apasionada con los candidatos a gobernarnos y están dispuestos a llevar al país hasta el borde de la estabilidad social (espero que esto sea exagerar).
Quizá el culpable sea un órgano electoral con la poca fuerza para determinar quien ganó el 2 de julio.
Con seguridad pueden haber más culpas y culpables de esta situación por la que atraviesa el país y que, seguramente, terminará hasta el vencimiento de los plazos legales y el aún mal llamado TRIFE (en realidad es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y sus siglas son TEPJF) resuelva a favor de tal o cual candidato.
Sólo resta esperar que su fallo no generé mayor enojo entre una población enardecida en los dos bandos, perredistas y panistas, y se logre la tranquilidad política que requiere el país.
En caso contrario y la emoción lleve al descontrol de ambas fuerzas, será la población de este país los únicos VENCIDOS.

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